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Foto del escritorClara López

¿Estoy perdiendo la cabeza en la pandemia?

Actualizado: 12 ene 2022

La emergencia mundial por COVID-19 está durando más tiempo del que inicialmente hubiéramos pensado o querido. En países como México, la información y estadísticas, lejos de tranquilizarnos, nos llevan a un estado mayor de incertidumbre, confusión y desesperación durante estos momentos difíciles. ¿Cuándo acabará la pandemia? ¿cuándo regresaremos a nuestra cotidianidad? ¿es normal que me sienta ansiosx y alteradx durante esta situación o será que ya perdí la cabeza?


Aunque cada persona vive la contingencia de una manera única según sus circunstancias, personalidad e historia, hay algunos puntos en común que varixs estamos experimentando. Poder transformarlos en palabras, apalabrarlos, ayuda a evitar sentirnos ahogados por una marejada de sensaciones extrañas.


"¿Es normal que me sienta triste, ansiosx, deprimidx, preocupadx, irritadx?"


La normalidad o anormalidad no es algo que tenga mucho peso en un psicoanálisis. Al tratar caso por caso de manera particular y dando más peso a la vivencia de cada paciente que a un marco teórico general, podríamos decir que es un enfoque donde todos somos anormales.


Ahora bien, cuando alguien se siente preocupadx por saber si es normal o no, es porque algo diferente está pasando, algo cambio y no siente que sea para bien ¿es normal? Si la respuesta es afirmativa, hay una sensación de calma. Si es negativa, se incrementa la alarma.


¿Cuál es la forma "normal" de vivir una pandemia? Estamos hablando de una situación de profunda incertidumbre, donde nuestros patrones y hábitos han cambiado drásticamente y no sabemos cuándo, o si, regresarán a lo que eran. Estamos vulnerables ante una enfermedad que puede llegar a ser mortal, sea que alguien cercano o nosotrxs mismxs la hayamos tenido, o no. El mundo, y también nuestro país, está atravesando una crisis económica y socia muy aguda; muchas personas han perdido sus empleos o ingresos, con dificultades para estabilizarse de nuevo. Además, muchxs están viviendo aislados para cuidar de su salud.


¿Es de esperarse que surjan sentimientos de tristeza, angustia, preocupación, enojo y otros similares? Absolutamente. La pandemia también está generando crisis personales para millones de personas. No estamos "enloqueciendo" gratuitamente, como se diría coloquialmente, sino que existe una fuente de conflicto y disrrupción muy fuerte.


¿Qué hacer con todos estos sentimientos desorbitados? Primero que nada reconocerlos, dar cuenta de que están ahí y tratar de entenderlos. Sí, la pandemia puede provocar angustia ¿cómo se traduce esa angustia genérica en mí? ¿con qué se liga? ¿qué la motiva? ¿a dónde va? ¿cuál es la historia personal de ese sentimiento en mí?


La pandemia y sus efectos no causan un torbellino de sentimientos per se, sino que se enganchan con temas personales, con partes de nuestra historia, y de ahí toman fuerza. Para desarticularlos, no solo es necesario que termine la pademia, sino que demos cuenta de nosotros mismos.


"Estoy discutiendo más con mi pareja, ¿eso significa que tenemos que separarnos?"


La pandemia y todos los efectos que ha ocasionados nos tiene en un estado inusual de tensión. Pensemos nuestra preocupación en una escala del 0 al 10 y, mientras que en otras circunstancia estaría en 0, y de ahí aumentaría según la situación, podemos considerar que ahora está de base en 4. Así pues, una tensión nivel 2, se experimenta como 6, no como 2. Lo anterior aplica para todas las situaciones, incluyendo por supuesto, nuestra relación de pareja.


Cada pareja tiene una forma y lógica interna única; es imposible establecer desde afuera parámetros que siempre apliquen de cuando sí funciona o cuando es mejor terminar. Depende de variables como tipo de pareja, expectativas, forma de lazo, acuerdos y comunicación entre unx y otrx integrante.


Las crisis, como lo es esta pandemia, aumentan los niveles de conflicto en una pareja. Esto puede ocasionar en que se rompa un vínculo que ya no estaba funcionando, o que simplemente haya más discusiones y malos momentos, pero que el vínculo estructural siga intacto.


Es muy común que las discusiones de pareja estén aumentando, no solo en frecuencia sino también en intensidad. Esto por si solo no significa que se ha roto el vínculo o que es mejor terminar la relación. Cada persona debe considerar cuáles son los motivos que llevan a más discusiones y si esas discusiones han sobrepasado un límite esencial para mantener el vínculo. Puede ser que se esté trasladando la frustración y preocupación por la situación a la pareja, o puede ser que en efecto la crisis haya revelado una incompatibilidad más profunda.


Es importante hacer una introspección de qué realmente nos está llevando personalmente a discutir más y abrir un espacio de plática y reflexión, sin acusaciones o reclamos, con nuestra pareja. Discutir más frecuentemente durante un momento de crisis difícilmente puede considerarse como el único indicador de que una pareja puede seguir o debe terminar.


"Yo no estoy preocupadx por el COVID, a mí no me hará daño"


Para las personas que tienen dudas o están escépticos sobre los efectos del nuevo coronavirus, los invitamos a consultar páginas con información oficial y fidedigna como la de la OMS, aunque no es la única. Desafortunadamente, ninguna persona es inmune y subestimar los efectos de la enfermedad puede tener graves consecuencias en la salud personal, de nuestros seres queridos y de otras personas.


Desde la mirada psicoanalítica, es importante preguntarse ¿por qué la negación o vanalización de una realidad delicada para nuestra salud? ¿qué implica reconocernos vulnerables ante esta enfermedad nueva?


Uno de los elementos más alarmantes de esta enfermedad es la novedad, lo que implica falta de tratamiento y falta de conocimiento sobre todos los efectos que puede llegar a tener.


La medicina, además de estar sustentada por una profunda investigación y experiencia científica, también crea el efecto de "no importa qué tenga, me lo podrán curar, tendrá explicación y tendrá solución". Esta sensación también se experimenta con medicina alternativa, no solo la alópata.


¿Qué implica tener que reconocer que la medicina alópata y alternativa no tienen el tratamiento? ¿cómo nos hace sentir sabernos vulnerables, saber que nuestra salud, nuestra vida, y la de nuestros seres queridos corre peligro? Para algunas personas entra en juego el mecanismo de negación. Es algo demasiado amenazante, entonces la forma inconsciente de manejarlo es negarlo "no existe o no es tan grave".


La negación es un mecanismo inconsciente muy frecuente. En este caso en particular, el problema sería que, al negarlo, nos estamos exponiendo mucho más a aquello que genera tanta preocupación. Si no cuidamos de nuestra salud y seguimos las recomendaciones, aumentarán las posibilidades de contagio, ergo, de enfrentarnos a esa enfermedad para la cual todavía no hay una respuesta definitiva.


"Yo sí creo que me pueda enfermar y, por el contrario, todo el tiempo me siento agobiadx de pensar que estoy contagiadx"


Por el contrario, enfrentarnos a una realidad que nos deja tan vulnerables también puede generar el efecto contrario, sentirnos demasiado frágiles. La sensación de fragilidad pudiese no solo quedarse en nuestra salud, sino llevarse a un temor exacerbado de perder otras cosas importantes. Para poder llevar a cabo nuestro día a día cotidiano, necesitamos sentirnos segurxs. Por ejemplo, una persona que viva en CDMX, necesita poder salir de casa e ir a su trabajo con la convicción de que no habrá un terremoto y, si lo hay, no dañara a sus seres queridos, ni a si mismx. Por supuesto, es una posibilidad que existe, mas es necesario no tenerla como real todo el tiempo, como un peligro inescapable, o sería imposible llevar a cabo las actividades del día. Digamos que necesitamos sentirnos invulnebrales.


Cuando ocurre un evento que nos revela que se trata de una fantasía y que, efectivamente, somos vulnerables, es como si todas esas capas cayeran al mismo tiempo. Tenemos que aceptarnos vulnerables al nuevo virus y entonces nos vamos sintiendo vulnerables en otros aspectos también: relaciones personales, vida profesional, estabilidad económica. Como si fuera una red, si se cae uno, es como si se cayeran todos. Lidiar con nuestra vulnerabilidad no es un tema fácil, sea que se convierta en negación ("a mí no me pasará") o en exageración ("a mí todo me pasará"). ¿Qué implica vivirnos vulnerables? ¿por qué una situación de salud que requiere más precauciones nos hace sentir tan comprometidos? ¿qué se está viviendo como demasiado frágil?



La crisis por la pandemia y el distanciamiento está fomentando crisis personales, no obstante, es importante considerar que no está creando situaciones o sentimientos que no existieran en nosotrxs, simplemente les sube el volumen. Esta oportunidad para dar más cuenta de qué ocurre en cada unx y sacar a la luz aquellas realidad psíquicas que tienen efectos en nuestra vida diaria.



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