Es 31 de diciembre y nos proponemos "ahora sí, tener una rutina de ejercicio, comer más saludable, inscribirnos a un curso o diplomado, mejorar relaciones personales. O es domingo y nos proponemos el lunes empezar a cambiar nuestra vida. O acaban las vacaciones. O es nuestro cumpleaños. O cerramos un ciclo. ¿Cuántas veces realmente podemos hacer ese cambio? ¿Por qué es tan difícil cambiar aunque tengamos la voluntad de hacerlo? ¿Por qué a veces sentimos que el "destino" está en nuestra contra? Descubre qué tiene que decir el psicoanálisis al respecto.
1. Resistencia
Desde la teoría psicoanalítica, nuestra mente está dividida en consciente y inconsciente. En el inconsciente se encuentra todo aquello de nosotrxs que, por una razón u otra, nos resulta conflictivo; es todo aquello de lo que "nada queremos saber".
Aunque el material inconsciente esté aparentemente separado, como no desaparece realmente, tiene efectos importantes en nuestra vida y, lo peor, es que ni siquiera sabemos por qué. Al estar apartado de nuestra consciencia, no podemos ligar los efectos que vivimos (como no poder cambiar, por ejemplo) con su origen y tampoco podemos evitar que sigan ocurriendo.
Cuando nos proponemos hacer algún cambio, por ejemplo empezar una alimentación más sana, lo hacemos desde nuestra parte consciente. Si hasta ahí se quedara la historia, hacer cambios sería relativamente fácil, el problema es que no estamos tomando en cuenta todo el material inconsciente que se juega en esa decisión.
Las partes inconscientes ligadas con esa decisión funcionan como una especie de ancla: no nos permiten hacer ese cambio, generan resistencia al movimiento y nos regresan al punto inicial aunque tengamos la voluntad y disposición de cambiar.
No se trata entonces de una falta de voluntad o disciplina, sino de entender qué otros factores inconscientes están involucrados en esa decisión que tienen más fuerza y que acaban por sabotear la posibilidad de cambiar.
2. Deseos inconscientes
El inconsciente no solo obstaculiza el cambio por medio de la resistencia, sino también por los deseos inconscientes que están relacionados con esa decisión.
Desde nuestra parte consciente, podemos querer cambiar algo de nuestra vida, sin embargo en varias ocasiones desde nuestra parte inconsciente no queremos ese cambio: al contrario, queremos quedarnos en exactamente el lugar donde estamos. No logramos cambiar porque no lo queremos (inconscientemente).
En nuestra psique las aparentes contradicciones no se cancelan por ser opuestas. Podemos querer y no querer algo al mismo tiempo y se convierte en dos (o más) fuerzas que tiran en sentidos opuestos. Lo inconsciente, por ser algo desconocido y con efectos por abajo del agua, usualmente acaba teniendo más fuerza. No podemos cambiar para seguir satisfaciendo un deseo que desconocemos tener, pero acaba siendo determinante en nuestra vida.
3. Compulsión a la repetición
El material inconsciente (deseo, fantasía, vivencia) está cargado de energía. Cuando algo del material inconsciente insiste en salir, es porque está en la zona fronteriza entre lo inconsciente y lo consciente y está listo para liberar la energía acumulada en él. Lo idóneo sería recordar, pero ante la falta de tránsito libre hacia la conciencia para realmente recordar, se libera por medio de la actuación, esto es, se actúa en lugar de recordar. Como en una obra de teatro, al actuar el material inconsciente, estamos repitiendo la vivencia o fantasía que tenemos alejada de la conciencia.
El actuar el material inconsciente no se da una única vez, sino que, precisamente porque el actuar no hay liberación alguna de la energía, la actuación se repite una y otra, y otra, y otra vez. Aquí lo vemos claramente: hay la compulsión a la repetición por no haber tramitado correctamente el material inconsciente.
Vale aclarar que el actuar, y por lo tanto repetir, no se hace desde la conciencia y, precisamente por ello, se siente como una fuerza incontrolable ajena a nosotros que nos lleva a repetir determinadas situaciones aunque no lo deseemos realmente. Es una sensación de destino que puede dar lugar a comentarios como “todo me sale mal”, “siempre tengo mala suerte en esto”, “siempre elijo a parejas que me hacen daño”. En todos ellos, hay una compulsión a repetir un cierto material inconsciente: al no tramitarse, lógicamente se obtienen los mismos resultados de repetir una misma “escena” compulsivamente.
Mientras aquello que está repitiéndose inconscientemente no se tramite, no importa cuántas resoluciones o propósitos conscientes hagamos de cambiar, será simplemente imposible. El material inconsciente que se está repitiendo en nuestros actos, siempre tendrá más fuerza.
4. Psicoanálisis para lograr un cambio
La única forma de terminar con esta situación es traer el material inconsciente repetido a la conciencia, es decir, recordar. Muchas veces el recordar trae consigo dolor o malestar profundos, ¡precisamente por ello se mantenía alejado de nuestra mente! Mas es la única forma de lograr una reconciliación y liberarse de la cuasi-maldición a repetir.
Una vez que hemos recordado, podemos reelaborar, es decir, hacer propio el material inconsciente y darle un nuevo significado, un nuevo cause, apropiarnos y realmente poder hacer ese cambio anhelado (si es que se sigue anhelando).
El paso a recordar lo “olvidado” y después a reelaborarlo es difícil; más aún porque no se trata de una única vivencia desalojada de la conciencia, sino de toda una serie de eventos que, por alguna u otra razón, terminaron en las profundidades de lo inconsciente y se han vuelto amenazantes para la conciencia.
Ésta es una de las razones por las que el psicoanálisis toma mucho más tiempo que otras terapias o tratamientos psicológicos o psiquiátricos: se está lidiando con las profundidades y las resistencias a adentrarse en ellas para hacer un movimiento significativo.
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