top of page
  • Foto del escritorClara López

Falleció una persona amada ¿y ahora?

Sabemos que la muerte es parte de la vida y que algún día nuestros seres queridos fallecerán. Algún día. Al ser una experiencia fuerte, tan desgarradora incluso, la vivimos como algo siempre lejano, algo del futuro distante que no nos afecta en este momento.


Cuando muere alguien cercano, nos enfrentamos a una realidad para la que nunca se está realmente preparado, especialmente cuando es un fallecimiento repentino o violento. Se abre un abanico inmenso de emociones como quizás en ninguna otra situación de la vida, desde sentir desconexión y apatía total, hasta angustia y dolor que sobrepasan.


¿Cuál es la mirada psicoanalítica del duelo? ¿Qué ocurre en nuestra psique que nos conmociona tanto y qué entra en juego al perder a una persona amada?


Es importante destacar que no hay dos pérdidas iguales, incluso para misma persona. En este sentido no hay un manual de la forma correcta o incorrecta de procesar un duelo, siempre hay que pensarlo desde una perspectiva de caso por caso.

Libido o “energía de vida”

El duelo y el dolor desencadenado ante una muerte están relacionados con nuestra libido. Desde el psicoanálisis, la libido no se refiere exclusivamente al deseo sexual, es un concepto más amplio, podemos pensarlo como un el afecto o una energía de vida por medio de la cual construimos nuestro mundo.

Hablamos de libido cuando sentimos cariño por una persona o nos apasionamos en una actividad. Imaginémoslo como si fueran “semillas” que depositamos en otro lado y, gracias a ellas creamos un vínculo, una relación o incluso nuestro proyecto de vida.

Todo aquello que “nos afecta”, “nos interesa” o “es importante” tiene depositado cierta cantidad de semillas y por ello forma parte de nuestra vida. Cuando algo pasa de largo y no tiene mayor relevancia, es porque no se le depositó una semilla que permitiera hacerlo significativo.

Hay que recalcar que estas “semillas”, o libido, están diseñadas para estar fuera de nosotros, es decir, están ahí para que las depositemos en una persona, actividad o ideal. Si no depositamos libido fuera y se queda toda sobre nosotros, se genera un estado de entropía, malestar y apatía.

El duelo y su relación con la libido


Estas "semillas" o libido es la razón de que sintamos dolor, angustia o malestar ante la muerte. Cuando perdemos a alguien importante, se abre un vacío en nuestra vida, las "semillas" depositadas en ese alguien, mismas que le hacían significativo, regresan de golpe, generando malestar.

Para ejemplificar muy sencillamente este proceso, imaginemos que nuestra libido es dinero invertido en una tienda de comida. A cambio de nuestra inversión, recibimos alimentos y rendimientos de nuestro dinero. Si la tienda cierra, dejaremos de recibir alimentos y, además, ya no tendremos dónde invertir nuestro dinero.

Las pérdidas también implican un reacomodo de nuestra posición simbólica y de todos nuestros lazos. Esto quiere decir que, al momento de perder a alguien no sólo se vive el duelo por esa persona, sino que también modifica todas nuestras relaciones y nuestro entendimiento mismo del mundo.

Pensamos, por ejemplo, en un hombre que toma a su propio padre como referente para educar a su hijo. La relación de este hombre con su hijo está atravesada por su relación con su padre y forma una cadena simbólica hombre-hijos-padre. Al momento de perder a su padre, se modifica también la relación con su hijo y tendrá que lidiar con el reacomodo de lo que ahora significa ser padre sin tener un padre.

Cómo superar el duelo


Ante una muerte, es muy común querer consolar a las personas diciéndoles que deben superar pronto el dolor y continuar con su vida. Sin embargo, aunque con buenas intenciones, esos buenos deseos están sobresimplificando un proceso muy complejo.


Por un lado, está considerar el dolor como algo negativo que debe ser evitado. Si bien es cierto que no es grato, es también parte de la vida, no su antagonista. La única forma de no sentir dolor, sería no tener lazos significativos con otras personas -aun si eso fuese posible, implicaría otras formas de malestar (recordemos que la libido debe salir de nosotros, no quedarse estancada o almacenada).


El dolor y malestar son señal de estos procesos de reacomodo de libido y resignificación de la cadena simbólica. Buscar apresurarlos o apartarlos no los resolverá más rápido, ni los dejará sin efectos, todo lo contrario.


El trabajo de duelo es entender lo que la ausencia por la muerte de esa persona trastoca y entender que no se podrá continuar con la misma vida. Es un proceso para crear nuevos lazos, nuevo entendimiento, nueva forma de vida, nuevos espacios para depositar la libido, tras esa ausencia.


¿Cuánto tiempo toma ese proceso? No existe una medida de antemano. Depende del lugar que ocupaba la persona amada, lo que significa su muerte y el trabajo que cada uno o una realicemos ante esa pérdida.

¿Demasiado dolor? Un duelo problemático: la melancolía

En ocasiones, sucede que , lejos de darse el reacomodo de la libido y de la vinculación con otras personas, la persona se hunde cada vez más en ese dolor o malestar y surgen sentimientos de devaluación. Freud llamó a esto melancolía.

Pensemos en una mujer que perdió a su pareja por COVID-19. Es una pérdida enorme: la extraña, se siente sola, llora, tiene pocas ganas de salir de cama; después de un tiempo encuentra actividades que no le recuerdan a su pareja e incluso conoce a alguien nuevo. Por el contrario, en la melancolía, no dejar ir los sentimientos de autodevaluación, humillación e ineptitud de haber perdido a su pareja y podría expresar comentarios como “Yo no sirvo, yo no valgo, nadie más podrá amarme, fue mi culpa”


Podemos pensar la melancolía como un duelo que ha seguido un curso “anormal” y termina por ser muy dañino. En lugar de que el dolor sea señal de un reacomodo, la persona melancólica se pierde completamente en el malestar y la angustia.


"Eres la razón absoluta de mi vida"

Somos más propensos a caer en melancolía y no en duelo cuando nos enfrentamos a la pérdida de algo con un valor total. ¿A qué nos referimos con esto? Cuando hay una persona, o situación, que nos da seguridad y bienestar, que nos hace más felices que otras y sin la cuál sentimos que no podríamos vivir, estamos hablando de que tiene un valor total.

Esa persona, o situación, es total porque no sólo hemos depositado cierta libido ahí, sino que lo hemos erigido como el sentido mismo de nuestra vida: “Yo estoy vivo para estar con esa persona”, “Mi vida tiene sentido gracias a esta amiga, pareja, familia, hijos". Particularmente, hay una tendencia a dar ese valor total a los hijxs y por eso su partida, o peor aún su muerte, es un tema tan complejo y angustiante.


Cuando nos enfrentamos a la pérdida de algo total, sentimos como si, al irse, ese alguien se hubiera llevado todo nuestro ser. La vida ya no vale la pena, experimentamos sentimientos de vacío y decepción profunda de los cuales no podemos salir, y en ocasiones ni siquiera encontramos un razón para querer salir.

En la melancolía, estamos hablando de un problema más complejo donde no se puede dar el reacomodo de libido por sí solo. Se necesita buscar ayuda y un análisis para lograr indagar más profundamente y poder desatar ese núcleo doloroso generado a raíz de la pérdida.



bottom of page