top of page
  • Foto del escritorClara López

Cómo amar a tu pareja sin morir en el intento

Actualizado: 9 feb 2022

La pregunta sobre ha sido una constante para las personas de diferentes culturas a lo largo de la historia. Si bien las respuestas a "qué es amar" y "a quién amar" han sido diferentes, todas parecen situar al amor por encima de cualquier afecto, como una aspiración máxima o como aquello que -¡finalmente!- nos liberará de otros malestares y penas.


No es gratuita la idea que sigue imperando en nuestra cultura de que necesitamos una pareja para tener una vida plena, o de lo contrario... (completar con amenaza tan terrible que no puede articularse).


Como contracara de la plenitud que se idealiza del amor, tenemos también que se trata de una de las fuentes de máxima desgracia. Como si fuéramos Ícaro volando demasiado cerca del sol cuando sentimos amor, condenados a caer cuando ese mismo amor que nos elevó se agote, sea que el otrx lo agotó por no ser quien se pensaba, sea que nosotrxs lo agotemos por no ser suficiente.


El amor, especialmente el amor de pareja, conlleva la vinculación con el/la otrx, es un encuentro subjetivo cuyas raíces, motivaciones y complejidades, se sitúan más allá de realizar un razonamiento de quién merece ser amadx, tiene que ver con nuestro inconsciente.


Le amo porque es perfectx (y yo no lo soy)



Cuando nuestra pareja se erige como perfecta ¿será que realmente hemos encontrado a aquella otra persona ideal para hacernos felices? El arte toma algo de esta idea; también ahí se ancla la noción contemporánea del alma gemela y la búsqueda de horóscopos y señales afuera para llegar a esa persona con quien estamos destinados a encontrarnos.


Por un lado, sigue vigente la idea tener una pareja, amar a una pareja, nos completará de alguna manera. Naturalmente solo puede completarnos aquella pareja que sea "perfecta". ¿Qué la hace perfecta? ¿por qué incluso llega a sentirse esa sensación de que tal hombre o tal mujer era nuestro ideal? La clave aquí está en la percepción de "ideal"


En la teoría freudiana, nuestro aparto psíquico está conformado por algo llamado el Yo Ideal (que es diferente de Ideal del Yo). En términos muy sencillos, cuando somos bebés nos vivimos a nosotros mismos como omnipotentes, conforme pasa el tiempo y nos relacionamos con el mundo, esa noción deja de ser sostenible desaparece. El Yo Ideal ocupa ese lugar, ese anhelo de que en algún momento fuimos perfectos, fuimos completos, fuimos todo.


"Lo que él proyecta frente a sí como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido de su infancia, en la que él fue su propio ideal" (Freud, 1914 Introducción al narcicismo. p. 91). Freud se refiere a que vamos buscando esa imagen de completud, de perfección en los demás como una forma de recuperarla en nosotrxs mismxs. Cuando, por ejemplo, nos sentimos muy identificadxs con una persona que admiramos, está operando algo de nuestro Yo Ideal.


En el caso de la pareja, esto entra en juego muy fuerte, sobretodo al principio. Se trata de amar en la otra persona aquello que esperamos recuperar de omnipotencia perdido mucho antes de tener memoria. Se descubre al otro como perfecto, no por sus características per se, sino por cómo éstas se engarzan con nuestro Yo Ideal.


¿Puede sostenerse está proyección durante un periodo largo? Difícilmente. Es ahí cuando comienzan algunos reclamos frecuentes como "no eres la persona que creía" o "has cambiado mucho". Los rasgos característicos de esa persona acaban por sobrepasar esa proyección inicial de perfección que adjudicamos al otrx. Donde antes hubo perfección, ahora queda decepción.


En algunos casos, la forma de sostener esa perfección de otro, es deteriorándonos nostrxs mismsx -no porque nuestra pareja nos "pise" o pase por encima de nostrxs, sino como mecanismo que unx mismx hace con tal de preservar a la pareja como perfecta, como aquello que necesito.


"Se ama en virtud de perfecciones a que se ha aspirado para el yo propio y que ahora a uno le gustaría procurarse, para satisfacer su narcisismo, por este rodeo" (Freud, 1921). Justamente: esta forma de amar teniendo en juego la perfección, es solo una ilusión, una donde usualmente entre más perfecto se hace la pareja, más imperfectxs nos hacemos nosotrxs.


Ocurre a veces que en esa decepción amorosa, se hace la operación contraria "Tú no me completas, yo me completo solx", es decir, de nuevo se pasa esa imagen de perfección a unx mismx. El problema aquí es que no se trata de si el otro y yo es el perfecto porque en ambos casos son situaciones insostenibles.


¿Se puede amar sin completarnos?



El amor lo es todo, el amor todo lo puede, el amor todo lo conquista. ¿Y cuando no? ¿Y cuando la realidad se impone? Para algunas personas, el momento en el que algo de la relación falla, algo del otrx resulta ser menos que perfecto o no es lo esperado, es el momento en que la relación termina.


Jacques Lacan retoma estas ideas de Freud sobre el amor desde la expectativa de completud e insiste en que no hay una correspondencia de uno a uno, es decir, no una persona que sea capaz de llenarnos o estar libre de fallas, ni siquiera unx mismx. Las relaciones así establecidas tienen un desarrollo donde, varios casos, o acaba por romperse el lazo cuando ya no es posible sostenerse, o implica un menoscabo de una de las partes.


¿Qué otra vía de amar existe? Una donde se parta de que ni uno, ni otro integrante de la pareja lo es todo. Se trata de saber que la pareja, si bien puede tener un lugar fundamental en nuestra vida, jamás nos aportará algo de lo que carecemos y también integrarse a la pareja sabiendo que los momentos de incomodidad, de aburrimiento, de fastidio, de dudas existenciales que cargamos no se irán. Reconocer que ni el otro, ni uno es, ni será jamás, perfecto ni aquello que borre nuestro malestar.


¿Es necesario amar a mi pareja?



No necesariamente. Existen tantos caminos de formar pareja como existen parejas en el mundo. Formar una pareja desde una posición amorosa no es la única vía, ni tampoco se trata de juzgar cuál es la correcta y cuál es la incorrecta. Cabe agregar que Freud distinguió el amor de la pulsión, lo que significa que la sexualidad no está necesariamente ligada al amor y viceversa.


Es importante agregar que dentro de todas las formas de vinculación que hay en pareja, hay algunas que están más cerca de nuestra parte tanática, o autodestructiva, que de la parte constructiva. Un ejemplo son aquellas personas que, aunque se sienten miserables con su pareja actual, algo les impide dejarla. En estos casos, es necesario entender cómo está formado ese lazo y qué está poniéndose en juego en cada persona.




bottom of page