¿Por qué nunca estás seguro de tus decisiones? ¿Por qué una vez que has optado por algo sigues dudando de si es la mejor elección? ¿Por qué siempre te quedas con la sensación de que pudiste haber conseguido algo mejor? Te invitamos a seguir leyendo para que descubras qué se juega en tu insatisfacción e indecisión.
Necesidades complejas
Las personas no tenemos necesidades puras, es decir, todo lo que necesitamos, deseamos, pensamos, incluye muchos elementos, facetas, perspectivas, es decir es complejo.
Pongamos un ejemplo, comer, necesidad aparentemente simple. Pensemos, cuando un tigre tiene hambre, la necesidad animal es pura, y por tanto los satisfactores son limitados y la satisfacción es total, sin importar con qué se alimentó, el hambre desaparece. Por tanto, el tigre sale, caza, come y queda plenamente satisfecho. No se pregunta qué se le antoja o si invitará a un tigre vecino para no comer solo.
Para una persona, en cambio, comer no es solo alimentarse, comer tiene que ver con disfrutar la comida o bebida, degustarla, ver su presentación. Se relaciona con el lugar en donde se come y desde luego las personas con quienes se come o con quienes se aprendió a disfrutar de tal o cual vianda, y la forma de vinculación con ellas.
Desde las elecciones menos trascendentes, hasta aquellas que marcan nuestra vida, estar seguros de lo que decidimos es prácticamente imposible:
No tenemos instintos
A diferencia de otros seres vivos, las personas no contamos con instinto que nos permitan saber qué es lo que corresponde a “nuestra naturaleza”, es decir, las personas estamos desnaturalizadas. Por esta razón, no contamos con una “sabiduría interna” que nos oriente.
Las personas aprendemos a ser personas a partir de otros El el bebé humano es totalmente vulnerable, incapaz siquiera de voltearse. Todo lo que somos nos es revelado por otra persona, -padre, madre, pariente, amistad o simplemente quien se ha abocado a cuidarnos.
La falta de instinto, es la peculiaridad humana que permite la libertad de elección, el libre albedrío, las personas somos libres.
Pensemos por ejemplo en cómo funciona la organización de los animales gregarios. Cuando el macho alfa (líder) de la manada de gorilas llama, no se esconde algún gorila adolescente alegando que no es a él a quien llaman. No hay cuestionamientos, simplemente se sigue el instinto.
Reflexionemos en el instinto maternal, una osa, no tiene que acudir al médico o acudir a una instrucción psicoprofiláctica para saber qué hacer en el momento de parir a sus crías o cómo amamantarles, ni siquiera requiere aprender cómo enseñar a sus oseznos a cazar o a sobrevivir, su instinto la guía.
En ningún caso ocurre así con los seres humanos. Los seres humanos somos libres de elegir nuestro camino, no está predeterminado por el instinto.
Elección= implica renuncia y responsabilidad
La libertad, orgullosamente asumida y defendida, es sin embargo, ambivalente porque, ejercer la libertad significa elegir algo, renunciar a todo lo demás y asumir las consecuencias, buenas o malas, de aquello que hemos elegido y de aquello que hemos dejado pasar.
No solamente nada garantiza una elección correcta, porque no contamos con instinto, sino que al hacer las consideraciones de la elección, nos percatamos que la libertad de elegir lleva implícita la renuncia, al menos temporal, a todo lo que no se eligió.
Ello hace el proceso aún más difícil, porque todas las consideraciones que hacemos en torno a las opciones posibles, nos arrojan aspectos agradables, desagradables, convenientes, molestos, etc. en prácticamente todas las alternativas.
La duda sobre nuestras elecciones nos hace sentir inseguros y dificulta la sensación de control que en ocasiones alivia la percepción de vulnerabilidad.
Un análisis ayuda a descubrir el motivo personal por el cual nos sentimos inseguros o bien sentimos que necesitamos controlarlo todo. Nos permite ubicar nuestros miedos a fallar y a definir cómo enfrentarlos al profundizar en la propia identidad y arrojar luz en torno al verdadero deseo de cada persona. La experiencia de análisis hace posible vivir con menos ansiedad en torno a las decisiones tomadas.
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